Estudio dado en Huelva el 28 de Enero de 2010
Introducción
Siempre que pensamos en problemas en las relaciones lo hacemos pensando en familiares, amigos, en las casas, pero… ¿sabemos cómo estamos en relación a nuestra familia eterna?
Hoy vamos a ver que dice la palabra de Dios sobre cómo son nuestras relaciones en la iglesia.
1. Que significa ser cristiano
Ser cristiano significa entre otras cosas amar, convertirnos en instrumentos de Dios y ser serviciales con los demás, y estas cosas solo son posibles si se ejercitan a través de la relación con los demás en la iglesia, o sea, que nada puede sustituir el reunirse y asistir a la iglesia.
Hay creyentes que se apartan de su vida en Cristo porque se sienten solos y porque nadie se ocupa de ellos, que sienten que sus problemas los han de resolver ellos solos, y además, Satanás tratará de convencernos que no tenemos que preocuparnos de nadie más, que mientras tengamos a Jesús es suficiente.
Es por esto que debemos conocer que dice la Palabra sobre la relación con los unos con los otros.
Según dice en Efesios 2:19-22
"Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.
En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu."
Lo que nos quiere decir Pablo es que los verdaderos cristianos nos necesitamos unos a otros.
De hecho, somos dependientes unos de otros.
La palabra que describe “comunión” en griego es “Koinonia”, que significa “compartir en comunión”.
El significado de Koinonia lo podemos ver expresado por ejemplo en Hechos 2:42 y 1 Juan 1:7, cuando dice:
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones."
"Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado."
Esta palabra nos describe cómo deben de vivir los cristianos, esto es, como una comunidad de “compartidores”, que viven y comparten con amor desinteresado y como fruto del sacrificio que Dios nos ha dado (Romanos 5:5; Juan 13:34; 1 Juan 3:23).
Como Jesús dijo en Juan 13:34, si El les había lavado los pies siendo el maestro, cuanto más no debían hacerlo los unos a los otros en amor.
¿Gozamos de comunión con los hermanos en el Espíritu?
Tener esta comunión es una actitud que llega desde nuestro corazón y nuestra mente.
De nuestra mente porque hemos de entender que tenemos un vínculo mayor por la fe con los demás creyentes que con la familia y las amistades en el mundo, y de nuestro corazón porque hemos de sentir que como cristianos no estamos solos.
Hemos nacido en una familia tremenda y universal constituida, no por la raza, ni el color, ni constituida bajo nuestros gustos, sino creada por la sangre de Jesús.
Gálatas 3:26-28
"Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús,
pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús."
Una vez que entendemos esto, que la verdad es que somos UNO en Cristo y por lo que Él ha hecho en nosotros.
Por si tenemos alguna duda de porque estamos aquí, formando parte de esta familia, que sepamos que esto ya estaba en la mente de Dios incluso antes de que el mundo empezara (Efesios 1:4-5), y que todos somos lo que somos por la obra de Dios en nosotros por medio del Espíritu Santo (Filipenses 2:1-2; 2 Corintios 13:14)
2. Qué compartimos con los demás en el Espíritu
1. El amor del Espíritu
El amor que debemos tenernos unos a otros es el amor de Dios, que no depende si nos caemos bien o si nos gustamos más o menos, sino que es un amor que crece por la obra del Espíritu Santo en nuestra vida (Romanos 5:5).
Jesús nos dijo que esto es lo que dará el sello de calidad al discípulo (Juan 13:35), cuando dijo que en eso conocerá el mundo que somos Sus discípulos, en que nos amemos unos a otros.
Jesús nos dijo que esto es lo que dará el sello de calidad al discípulo (Juan 13:35), cuando dijo que en eso conocerá el mundo que somos Sus discípulos, en que nos amemos unos a otros.
2. La unidad del Espíritu
Como hemos visto antes, somos UNO por la fe en Cristo (Gálatas 3:26-28), y tenemos un acceso común al Padre por el Espíritu Santo que está en nosotros (Efesios 2:17-18).
Esta es una unidad preciosa que debemos preservar y guardar, alejándonos de las discusiones (Efesios 4:3) que rompan esta unidad.
Esta es una unidad preciosa que debemos preservar y guardar, alejándonos de las discusiones (Efesios 4:3) que rompan esta unidad.
3. El templo del Espíritu
Dice en Efesios 2:21-22
"En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu."
Los creyentes somos edificados, construidos, como un templo santo para el Señor, en el que Dios vive a través de Su Espíritu, y este templo, o esta casa de Dios, es el lugar donde realizamos el servicio, nuestra ofrenda y alabanza (1 Pedro 2:5).
Para Dios este edificio es muy importante y nos ha avisado de cómo edificamos sobre los fundamentos (1 Corintios 3:10-17).
Cuidado con jugar con el templo de Dios, porque seremos responsables ante El de lo que hayamos hecho en Su preciosa casa, que Dios construye en los creyentes como cuerpo.
4. La gloria del Espíritu
Donde Dios vive se ve Su gloria.
En 1 Pedro 4:14 dice que si por causa de Dios somos insultados, pues bienaventurados somos, porque en nosotros se manifiesta Su gloria.
El Espíritu Santo nos transforma, nos cambia, nos hace ver la gloria de Dios que se manifiesta en Jesús, y luego nos hace ver como somos transformados a Su imagen, para que así todos puedan ver Su gloria en nuestra vida.
Esta es una gloria compartida en el cuerpo.
Esta es una gloria compartida en el cuerpo.
5. Los dones del Espíritu
Aunque los dones son manifestados de manera particular como individuos, son de hecho dones dados al CUERPO y no a los cristianos de manera particular.
1 Corintios 12:7 nos dice que el Espíritu es manifiesto para el bien de todos, de manera que los dones no tienen sentido si no son usados para la comunión del cuerpo.
6. La esperanza del Espíritu
Dice el dicho que donde hay fe hay esperanza.
Nuestra esperanza nace de la fe en la obra y la Palabra de Dios (Gálatas 5:5-6).
La fe, la esperanza y el amor que hay en nosotros no se expresan solo como individuos, sino que es en el Cuerpo del Señor donde se desarrollan plenamente.
Seguro que ninguno de nosotros quiere entristecer el corazón de Dios cuando no vivimos ni experimentamos estas cosas, pero Dios debe sentirse triste al ver lo lejos que quedamos de los ideales que nos ha presentado en Jesús.
Dios ha puesto las bases y nos hado el poder de reunirnos en torno Jesús, libremente en obediencia y amor, a través del Espíritu Santo.
Sin embargo, es cierto que parece que el diablo tiene éxito en conseguir que no vivamos en comunión, y esto nos lleva a sentirnos fracasados y al dolor.
Por supuesto que no podemos tener una relación profunda con todos los cristianos del mundo, ni tampoco se nos exige.
Pero estamos en comunión con todo creyente verdadero, guste o no, porque estamos unidos en el corazón de Dios por la obra de Cristo.
Por eso es necesario que distingamos bien los círculos donde tenemos comunión, o nuestra “juntera”, para ver qué tipo de comunión estamos teniendo, y no para ser exclusivista ni separatista, sino para que esta comunión que Dios nos brinda con otros cristianos pueda ser verdadera.
Quiero decir con esto que miremos a nuestro lado para ver quiénes son nuestros compañeros de viaje en la vida, y que no es posible experimentar la comunión con los creyentes si no estamos con los creyentes.
3. Resultados de estar en comunión
1. Nos hace dar fruto
Dice el salmo 133 que la unidad de los hermanos es como el rocío abundante que desciende sobre nosotros, como el agua de vida para la tierra, le trae refresco y alimento que le hace dar fruto.
Esto es lo que hace en nosotros la comunión.
Esto es lo que hace en nosotros la comunión.
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía!
Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras;
como el rocío del Hermón, que desciende sobre los montes de Sión, porque allí envía Jehová bendición y vida eterna."
Hay muchas áreas en nuestra vida cristiana en las que no es posible funcionar correctamente si no es en comunión con otros creyentes.
Estar en comunión no es la tarea o el trabajo de cada por separado, sino del cuerpo en su totalidad.
La mayoría de los desafíos en la vida surgen porque vivimos en relación a los demás, y así se desarrollan nuestras capacidades.
Cuando se lo permitimos, el Espíritu Santo se mueve para traer unidad al cuerpo y lo nutre de dones para edificarlo y mantenerlo entero.
Nuestros dones, que los hay, deben ser compartidos en amor y para servicio mutuo, sino no tienen sentido y no nos edifican (1 Pedro 4:10-11), porque lo que somos es administradores de esos dones que son de Dios.
Tener una relación cercana con alguien siempre nos cuesta algo, el pensar de otra manera es engañarse y pensar equivocadamente, porque para recibir tenemos que dar, y tenemos que bajar nuestra máscara que nos protege y nos oculta.
Esto significa que nos hacemos vulnerables ante los demás.
Somos gente muy muy lejana a la perfección (si hay alguien perfecto, este no es tu sitio, ya deberías estar con el Señor), y el coste a pagar cuando estamos en comunión es que aparte de recibir de los demás aquello que procede de Dios, también estamos abiertos a toda influencia y otros rasgos humanos que se manifiestan en nuestra vida y que forman nuestra personalidad.
Este es el motivo por el que muchos rechazan el abrirse a otros, y terminan por convertirse en seres solitarios y poco amigables, y es que hay temor al rechazo, a no sentirse comprendido y a sufrir.
Y esto es cierto, abrirse a los demás te hace vulnerable, pero es que la comunión con los demás sólo será real si nos abrimos de esta manera.
Cuando te sientas solo, hazte una pregunta: ¿Estoy preparado para asumir el coste de la verdadera amistad, y estoy preparado para abrirme y hacerme vulnerable?
Deberíamos estar siempre humillados y dejar que sea el Espíritu Santo el que descubra nuestros pensamientos y actitudes de nuestro corazón.
El mensaje de Dios no parece creíble a los demás si estamos en fracaso y si nos enfrentamos unos a otros. Además del dolor que nos produce en nuestra vida, no podemos darle al mundo una razón mayor que les haga rechazar nuestro mensaje:
1 Juan 3:16,18
"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?
Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad."
4. Indicaciones para "los unos a los otros"
El Señor nos ha provisto en Su palabra de muchas indicaciones para la vida entre creyentes:
Amarnos los unos a los otros (Juan 13:34-35; Juan 15:12,17; 1 Tesalonicenses 3:12; 4:19; Pedro 1:22; 1 Juan 3:18; 1 Juan 4:7,11-12).
Este es el principal y más importante de todos. En el amor todo tiene cura y los problemas dejan de ser importantes.
Animarnos los unos a los otros (1 Tesalonicenses 4:18; Hebreos 3:13; Hebreos 10:25).
Cuando veamos alguien que ande desanimado, acudamos en su auxilio, para que cuando nos toque a nosotros alguien pueda darnos ese ánimo.
Estimularnos los unos a los otros hacia el amor y buenas obras (Hebreos 10:24).
Esto no sirve si damos malos consejos, que lo que hagamos repercuta para bien.
Fortalecernos los unos a los otros (1 Tesalonicenses 5:11).
Edificarnos los unos a los otros (Romanos 14:19), haciendo y diciendo a los demás aquello que nos edifique como discípulos.
Amonestarnos los unos a los otros (Colosenses 3:16)
Entendiendo bien esto, que se trata de corregir aquello que ande mal, no de regañar para que el otro se sienta mal.
Instruirnos los unos a los otros (Romanos 15:14)
Todos estamos capacitados por Dios para dar una enseñanza, un ejemplo… en el momento adecuado, porque todos somos herramientas de Su amor.
Servirnos los unos a los otros (Gálatas 5:13; 1 Pedro 4:10)
Al igual que Jesús vino a servir y no a ser servidos, tenemos que ser capaces de ser instrumentos de servicio a los demás.
Soportarnos los unos a los otros (Efesios 4:2; Colosenses 3:13) Sin comentarios.
Perdonarnos los unos a los otros (Efesios 4:32)
La capacidad de perdonar es una señal inequívoca de que andamos bien en el Señor.
Si Jesús lo hizo con nosotros, como no vamos a hacerlo por los demás.
Ser amables unos con otros (Efesios 4:32)
La dulzura de carácter también debe ser una característica vital.
Dicen que se cazan más moscas con miel que con vinagre.
Tener compasión unos con otros (Efesios 4:32; 1 Pedro 3:8)
La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar de otro y sentir lo que siente.
¿Somos capaces de hacer esto?
Ser compasivos implica entender al otro y perdonar después.
Ser leales los unos con los otros (Romanos 12:10)
Leal significa que el otro siempre sabrá que te va a tener ahí para cuando lo necesite, y que nunca vas a traicionar lo que él espera de ti.
Honrarnos unos a otros (Romanos 12:10)
Darle honra a tu hermano es darle su lugar, incluso ponerlo por delante de ti.
Vivir con armonía los unos con los otros (Romanos 12:16)
Nuestro vivir debe ser un engranaje sin chirridos ni roces, cada uno ocupando su lugar y procurando que los demás funcionen bien en la máquina.
Ser benévolos unos con otros (Efesios 4:2)
Procurad siempre el bien del otro.
Ser pacientes unos con otros (Efesios 4:2)
¿Lo somos? ¿O nos comportamos como chiquillos cuando los demás no son, no hacen, no piensan como nosotros, y cogemos una rabieta y nos enfadamos con ellos?
Aceptarnos unos a otros (Romanos 15:7)
Cada uno es único, irrepetible con sus virtudes y sus defectos.
Si Dios nos ha aceptado como somos, no queramos hacer de ellos alguien que no son.
Someternos los unos a los otros (Efesios 5:21)
Entendiendo que en el Señor ninguno es más importante que otro.
Vestirnos de humildad los unos hacia los otros (1 Pedro 5:5)
Seamos humildes en nuestros pensamientos y acciones hacia los demás, no queriendo ser vistos como sabios o maestros, sino como servidores.
Enseñarnos los unos a los otros (Colosenses 3:16)
Todos tenemos un aspecto de nuestra vida que conocemos mejor que los demás.
Dejémonos usar por Dios, y el que tenga paciencia, que enseñe paciencia, el que tenga experiencia, experiencia… etc.
Vivir en paz unos con otros (Marcos 9:50; Romanos 12:18)
Que nada ni nadie sea capaz de romper la paz preciosa que Dios pone en nuestros corazones, y seamos resistente al diablo que seguro nos atacará para que esa paz desaparezca.
Confesar nuestros pecados unos a otros (Santiago 5:16)
De manera que nada quede oculto, compartir nuestras faltas con los demás nos hará más fuertes y nos ayudará a estar siempre limpios.
Orar unos por otros (Santiago 5:16)
El poder de la oración es enorme, si ponemos las necesidades de los demás delante de Dios demostraremos nuestro amor por ellos.
Ofrecer hospitalidad unos a otros (1 Pedro 4:9)
Hoy día, todo el mundo tiene una casa donde cobijarse, pero también existe la hospitalidad de corazón, donde procuramos ser refugio de aquellos necesitados de aliviar sus almas.
Saludarnos unos a otros (Romanos 16:16; 1 Pedro 5:14)
No es poca cosa esta, porque con el saludo estamos reconociendo a Dios en el otro.
Cuando negamos el saludo, negamos también a Dios que va con ellos, ya sea por vergüenza, por el que dirán….
Tener comunión unos con otros (1 Juan 1:7)
Si no la tienes, es urgente que la recuperes, porque es el deseo de Dios que vivamos juntos todas las cosas.
Estar de acuerdo unos con otros (1 Corintios 1:10)
Qué difícil, ¿verdad?
Si ya es difícil ponerse de acuerdo para ver tal o cual película, cuanto más cuando se trata de llevar razón. Tratemos de evitar que haya disensiones que no conducen a nada.
Llevar las cargas unos por otros (Gálatas 6:2)
No hay gesto más hermoso que decirle al hermano: “No vas solo, déjame llevar esto por ti que yo me puedo ocupar”.
Dejemos de mirarnos el ombligo pensando en nuestros problemas, y si los tienes, compártelos, que algún hermano será puesto por Dios para llevarlos contigo.
En contrapunto, existen cosas que NO HAY QUE HACER los unos por los otros:
No morder y devorar a otros (Gálatas 5:15)
Procuremos exaltar al otro antes que a nosotros para que se sienta importante
No provocar ni envidiar a otros (Gálatas 5:26)
No odiar unos a otros (Tito 3:3)
No juzgar unos a otros (Romanos 14:13)
No mentirnos unos a otros (Colosenses 3:9)
No calumniar ni hablar mal unos de otros (Santiago 4:11)
No murmurar unos contra otros (Santiago 5:9) Dicen que este es el deporte nacional
No ir a juicio unos contra otros (1 Corintios 6:1-3)
Resumen
A veces es difícil actuar cuando vemos que alguien está actuando o adoptando posturas que sabemos que van a ser dañinas para ellos y para otros.
Para saber cómo actuar, acudamos al Espíritu Santo y a la Palabra.
Todos necesitamos de todos en nuestra vida cristiana.
Si piensas que no necesitas al más pequeño de tus hermanos, tus prioridades no son correctas.
Jesús tuvo amigos cercanos (Marcos 5:37; Lucas 9:1; Lucas 10:1; Juan 20:2; Hechos 1:15).
La amistad bien entendida es una bendición de Dios.
Cuidemos las relaciones con los demás miembros del cuerpo, sirviendo a los demás, sabiendo que es al Señor Jesús a quien servimos realmente.
Como personas, se dice que para establecer firmemente un sentimiento de pertenencia se necesitan al menos 7 relaciones que sean significativas.
Mi pregunta es: ¿Las tenemos nosotros? ¿Procuramos ser de esas relaciones para los demás?
Las actitudes positivas en la Iglesia traen alegría, paz y armonía, pero las negativas traen lo contrario.
El Señor desea que la vida de cada uno de nosotros sea influencia positiva para el otro, y si no pasamos a otros lo que hemos recibido de Dios, empezaremos a caer en declive espiritual.
Apliquemos a los demás el amor de Dios, sabiendo que lo que le hagamos al cuerpo repercute en nosotros mismos como individuos.
Apliquemos a los demás el amor de Dios, sabiendo que lo que le hagamos al cuerpo repercute en nosotros mismos como individuos.
Jerónimo Perles Moreno
.jpg)
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario