Estudio realizado en Huelva el 26 de Abril del 2012
Serie "Los rudimentos de la fe (3)"
Introducción
Hay tres bautismos principales para el cristiano, y otro que puede ser incluido para los que quieren seguir adelante en Cristo:
Bautismo por un Espíritu en un cuerpo
Bautismo en agua
Bautismo en el Espíritu Santo
Bautismo con fuego
1. Bautizados en un cuerpo
Todos los creyentes deben ser conscientes de este bautismo o no son creyentes (1 Corintios 12:12-14; Efesios 4:4-5)
Los otros bautismos son la herencia que adquirimos al morir Jesús en la cruz.
Podemos llegar al cielo sin estos bautismos, pero debemos ser bautizados por El en un nuevo cuerpo, y esto ocurre cuando nos convertimos.
Cuando nos rendimos a El, el Espíritu Santo entra nuestra vida.
Dice Romanos 8:9 que “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El”.
Cada bebé en la fe es analizado por el Espíritu Santo y colocado en el cuerpo de Cristo.
Los problemas llegan cuando los creyentes se impacientan y quieren el sitio donde ha sido colocado por sí mismo. Como decía Pablo en Filipenses 4:11.
Sólo la cabeza del cuerpo, el cual es Jesús mismo, puede cambiar la función de cada persona en este cuerpo, incluso al cuerpo entero si es necesario.
Así que necesitamos escucharle e ir a donde El nos diga que vayamos y hacer cualquier cosa que nos diga que hagamos.
El sentido de este bautismo es universal porque hemos sido bautizados por un único Espíritu en este cuerpo. Nunca más necesitamos sentirnos solos porque tenemos millones de hermanos en todas partes del mundo. Necesitamos al cuerpo de Cristo y formamos parte de el.
No somos independientes en el cuerpo de Cristo, sino interdependientes, o sea, que nos necesitamos los unos a los otros para que el cuerpo sea expresión de Jesús como Dios pretende que sea.
Todos necesitamos funcionar porque el cuerpo no puede funcionar plenamente sin nosotros.
Cada miembro es importante.
El Cuerpo de Cristo es un lugar seguro.
Deberíamos ser la gente más segura de la tierra porque somos parte de un Cuerpo del cual Jesucristo mismo es la cabeza y la ama y se preocupa de el
¿Te sientes inseguro o aislado en el Cuerpo de Cristo? (Efesios 5:23-32).
Tenemos también la seguridad el uno del otro, pero necesitamos vivir en el cuerpo para poder disfrutar de este beneficio, y no estando separados.
Sin este primer bautismo, los demás carecen de sentido
2. El Bautismo en agua
Este es un acto del creyente expresado de forma física, con la que queremos decir una verdad espiritual.
Lo que queremos decir en verdad es que compartimos con Cristo el hecho de Su muerte y Su resurrección.
Lógicamente, sabemos que la persona bautizada no muere al pecado como lo hizo Jesús, sino que da testimonio público de que es válida la muerte del Señor.
Al entrar en el agua y ser completamente sumergido, simbolizamos la muerte de la vieja naturaleza.
La dejamos en el agua y subimos resucitados a la nueva vida en Jesús, declarando que viviremos para El como discípulos (Gálatas 2:20).
Nos ponemos de acuerdo con Dios por voluntad propia sobre los efectos de la muerte de Su Hijo.
De buena gana, alegremente y con gozo nos asociamos a la obra redentora del Calvario.
¿Por qué sumersión total?
La palabra griega para bautismo es “baptize” que significa bañar o sumergir.
La palabra se usaba para describir la sumersión total de un trapo en tinte.
Juan el Bautista bautizaba en el río porque había allí “muchas aguas”, lo cual indica sumersión total (Juan 3:23).
La razón principal es que solamente la sumersión total puede simbolizar propiamente el entierro, es decir, “una tumba acuosa” (Romanos 6:4; Colosenses 2:12).
¿Por qué debe ser bautizada en agua una persona?
Es un mandamiento de Jesús (Mateo 28:19)
Es la señal de una buena conciencia hacia Dios (1 Pedro 8:21)
Porque Jesús mismo fue bautizado (Mateo 3:13-17)
Es una forma de circuncisión (Colosenses 2:11-12)
Era una doctrina fundamental de la iglesia primitiva (Hechos 2:41; 10:47-48)
El bautismo en agua simboliza lavamiento o limpieza (Hechos 22:16) Esto es solo un símbolo de que somos limpiados por la sangre de Jesús (Apocalipsis 1:5), y de que somos limpiados por la Palabra de Dios (Juan 15:3)
Es una confesión externa de lo que ha pasado en nuestro interior. Expresa nuestra identificación con Jesús (Romanos 6:1-11)
Con el bautismo en agua confesamos también que:
1. Creemos en el cielo (nuestra creencia en la muerte y resurrección de Jesús) (1 Corintios 15:3-4)
2. Que formamos parte de la iglesia
3. Que hemos roto nuestra relación con el mundo
4. Que hemos dejado de lado al diablo y nos hemos trasladado al lado de Dios.
3. Bautismo en el Espíritu Santo
Dios nos ha dado también el poder para vivir en el sitio al cual nos ha traído (Hechos 1:8).
¿Por qué ser bautizado en el Espíritu Santo?
1. Es un mandamiento (Efesios 5:18).
Este versículo en el griego original sería mejor traducido como “sed llenos continuamente con el Espíritu”. Nosotros solo podemos ser llenos hasta donde llegue nuestra capacidad de recibir.
Al principio puede ser muy pequeña, pero a medida que vamos madurando esta capacidad aumentará. Entonces necesitamos ser llenos continuamente hasta la capacidad que tengamos en ese momento
2. Da nuevo poder y valor para testificar (Hechos 1:8; 2:14; 4:31-33)
3. Es necesario para la liberación de los dones del Espíritu Santo (1 Corintios 12:7-11)
4. Es necesario para dar evidencia del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23)
5. Es necesario para vivir una vida dedicada para dar la gloria a Dios (Juan 16:14)
6. Hace a Jesús más real para nosotros (Juan 15:26; 16:13-15; Hechos 9:17)
7. Produce mayor eficacia en la oración (Romanos 8:26-27; 1 Corintios 14:4,15)
8. Nos pone en condiciones para adorar a Dios en verdad (Hechos 2:11; 10:46; Juan 4:23-24; Efesios 5:18-20
9. Trae un nuevo entendimiento y amor a la palabra de Dios (Juan 16:13; 1 Corintios 2:9-16)
10. Nos da poder para realizar las cosas que Dios nos llamado a hacer (Hechos 1:8)
¿Todos necesitamos ser llenos?
Para ser llenos necesitamos tener el corazón limpio.
Necesitamos confesar nuestros pecados y perdonar a los demás, sin importarnos cuanta razón tenemos (1 Juan 1:7-9, Lucas 6:37-38)
Después necesitamos tener sed (querer ser llenos), venir a Jesús y entonces beber (recibir al Espíritu Santo)
Luego, desde lo más profundo de nuestro ser saldrán ríos de agua viva (es decir, el Espíritu Santo) (Juan 7:37-39)
¿Qué señal tenemos de que hemos sido llenos con el Espíritu Santo?
Jesús mismo, Su obra y Su poder para actuar.
Todos los creyentes, cuando son bautizados por el Espíritu Santo, tienen la capacidad de hablar en lenguas.
Lo que sucedió en la Biblia cuando la gente fue llena del Espíritu Santo:
120 personas hablaron en otras lenguas (Hechos 2:4) y hablaron la Palabra de Dios con audacia (hechos 4:3)
Cornelio y los demás que estaban con él hablaron en otras lenguas y alabaron a Dios (Hechos 10:46)
Pablo recibió la vista (Hechos 9:17-18)
Los efesios hablaron en otras lenguas y profetizaron (Hechos 19:6)
En Hechos 8:17-24, la biblia no dice qué, pero Simón vio algo en los samaritanos
Jesús empezó el ministerio para el cual había venido a la tierra (Lucas 4:18-19; Hechos 10:38)
En resumen, el bautismo en el Espíritu Santo es dado a los que lo buscan con fe (Gálatas 3:2-5)
No ha de ser rogado, luchado, rogado, no debe producirnos angustia ni nos quedamos atrás por no obtenerlo.
Es un don gratuito del Señor Jesús a Sus discípulos para dotarles en el camino como lo hizo El (Lucas 11:11-13).
4. Bautismo con fuego
La paja de la que habla es la del pasaje de Mateo 3:11-12.
Es toda cosa que carece de valor.
La paja tal vez sea necesaria para que crezca el trigo, pero llega un momento en que no se necesita y hay que desprenderse de ella
Necesitamos esos momentos de quebrantamiento y purificación para que Dios pueda cambiarnos y moldearnos en lo que quiere que seamos.
Este puede ser un proceso duro (Isaías 6:5-7), pero el resultado es que llegamos a ser más como Jesús
Cuando quitamos basura o escoria de nuestra vida nos volvemos creyentes más íntegros en el área en la que hemos sido tratados.
Quitamos el estorbo que produce, y por tanto, somos liberados para ser más lo que Dios quiere que seamos.
Digamos que nos convertimos en vasos más capaces de realizar la obra de Dios en nosotros.
Dios utiliza las circunstancias y las presiones de la vida para lograr este proceso de purificación.
Pero podemos confiar en El, nunca nos impondrá algo que no podamos llevar.
Sin embargo, a menos que sepamos reconocer y a asumir la presión (las pruebas de la vida), si nos entregamos a Dios en aquellas cosas que sabemos que no podemos pelear solos, entonces seremos cambiados.
Dios quitará lo que debe ser quitado, y seremos más hábiles en el servicio a Dios, sobre todo en aquello en lo que hemos sido tratados
Dios está al control de nuestra vida y nuestras circunstancias, y si miramos hacia El y hacemos lo que El quiere, entonces podemos confiar en que El nos cuida y que hace lo mejor para nosotros.
Recuérdalo en el día de la prueba: somos Sus hijos.
Muchos pedimos a Jesús que nos cambie, pero cuando viene la presión clamamos a El para que nos la quite, y en realidad, corremos alejándonos de la respuesta que Dios nos está dando de aquella primera petición
Necesitamos entregar nuestra vida a El y dejarle hacer lo que quiera.
Esto puede costar y puede traer consigo sufrimiento (1 Pedro 4:12-19; 2 Timoteo 2:3; Apocalipsis 2:10), pero al final seremos más como Jesús y Su poda en nuestra vida hará que seamos más fructíferos (Juan 15:2)
5. Resumen
Cuando nos convertimos en discípulos de Jesús, nos hacemos parte, somos bautizados en el cuerpo mundial de Cristo por el Espíritu Santo.
Sabemos con seguridad que la cabeza del cuerpo que es la iglesia es Jesús, y que se interesa por cada uno de nosotros como miembros de ella.
En el bautismo en agua simbolizamos que hemos muerto a nuestra vieja naturaleza, y que ahora vivimos en la nueva que Jesús ha puesto disponible para nosotros por el Espíritu Santo
El bautismo en el Espíritu Santo nos da el poder para vivir como discípulos de Jesús
El bautismo en fuego es el proceso purificador por el cual todos los discípulos de Jesús necesitamos pasar si hemos de llegar a ser más como El.
Jerónimo Perles Moreno
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