sábado, 1 de febrero de 2014

El Dios del cristiano (14.08.12)

Estudio dada en Huelva el 14 de Junio del 2012


Introducción


Dios se ha revelado en el libro que llamamos Biblia.
Si creemos que en la Biblia tenemos una revelación de Dios nuestra mente puede quedar satisfecha y nuestro corazón completamente lleno.
Podemos estar seguros de que hemos encontrado la respuesta correcta, que estamos en camino para saber y entender la verdadera naturaleza de Dios.

Como el diamante tiene muchas facetas, así también hay innumerables aspectos de la revelación que hace de sí mismo, de manera que con ellos podrían llenarse muchos tomos.
Bastará decir que en este espacio limitado trataremos de cuatro aspectos de esa revelación hecha por Dios, que parecen ser los más significativos y los que debemos tener siempre presentes.

1. ¿Cómo es Dios?


1. Dios es espíritu. 

La Biblia declara que Dios es Espíritu. Jesús, cuando hablaba con la mujer en el pozo de Sicar, declaró: “Dios es Espíritu”.
¿En qué piensas al oír la palabra espíritu? ¿Piensas en una nube efímera que flota por el aire?
¿Se refiere la palabra espíritu a los aparecidos que asustan a los niños en la víspera de todos los santos? ¿Acaso es el espíritu un nada sin forma ni sentido?
¿Piensas que Jesús quería decir esto cuando declaró que Dios es Espíritu?

Para descubrir lo que realmente significa “espíritu” y lo que Jesús quería decir al emplear esa palabra, debemos volver a la Biblia a la escena donde Cristo, después de su resurrección, dijo: “Palpad y ved, que el espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo”. 

Así sabemos que “espíritu” no sólo es sin cuerpo, sino lo opuesto de cuerpo.
Sin embargo, existe y tiene poder. Nos es difícil entender esto, porque tratamos de entenderlo con mentes finitas, limitadas por el cuerpo.

Siendo seres humanos privados por la visión absoluta con que Dios originalmente proveyó a sus criaturas, no podemos comprender la gloria y la magnitud del Espíritu que está tan fuera del alcance de nuestro conocimiento.

Al oír la palabra “espíritu”, inmediatamente queremos reducirlo a nuestro tamaño diminuto, para que esté al alcance de nuestras pobres mentes.
Es como tratar de explicar la extensión, ese esplendor que inspira reverencia y la magnitud del mar, a una persona que jamás ha visto una cantidad de agua mayor que un charco lodoso.

¿Cómo puede tal persona imaginar el mar infinito?
¿Cómo puede tal persona, mirando un charco poco profundo y turbio, comprender las profundidades insondables, la vida misteriosa, el poder ondulante, el ondear incesante y la crueldad terrible de la tempestad sobre el océano, o la hermosura, superior a toda belleza, de un mar tranquilo?
¿Cómo podría convencerle que realmente existe tal maravilla?

Es infinitamente más difícil que comprendamos lo que Jesús quería decir cuando dijo: “Dios es espíritu”. ¡Jesús lo sabía! Su mente no tenía las limitaciones que la nuestra.
Sus ojos no estaban enfocados en el charco de lodo de la vida.
Conocía plenamente los alcances ilimitados del Espíritu, y había venido para hacernos comprender algo de sus maravillas, de su consuelo y de su paz.

Sabemos que el espíritu no es algo confinado al cuerpo.
El espíritu no se gasta ni se muda como el cuerpo.
La Biblia declara que Dios es Espíritu, que no está limitado a un cuerpo, ni a forma alguna, ni a confines.
El es absolutamente indiscernible por ojos que ven únicamente cosas materiales.
La Biblia nos dice que, puesto que no tiene tales limitaciones,
El puede estar en todas partes al mismo tiempo, El puede oírlo todo, verlo todo y saberlo todo.

Eso no lo podemos hacer nosotros, por tanto queremos limitar a Dios como estamos nosotros limitados. Queremos negarle a Dios el poder de hacer cosas que nosotros no podemos hacer.
¡Decimos que, puesto que no podemos estar en todas partes al mismo tiempo, Dios tampoco puede!
Nos parecemos a la persona que, después de haber oído acerca del mar, un día llega a la playa, y acercándose a la orilla del mar, saca unas gotas y las detiene en las manos.

“¡Ah!”, exclama, “¡por fin he hecho mío este mar! ¡En mis manos tengo el mar, lo poseo!”.
Es verdad que tiene una parte del océano, pero al mismo tiempo otras muchas gentes en otras muchas playas pueden estar tomando otras gotas del océano para ellos.
Todos en el mundo podrían ir a la playa y extender las manos para llenarlas con el agua del mar.
Cada una podría sacar tanto como quisiera, tanto como necesitara, y sin embargo, el mar no sufriría ningún cambio.
Su grandeza y poder serían los mismos, la vida en sus profundidades insondables seguiría inalterable, aunque hubiese abastecido las necesidades de todas las personas que con las manos extendidas estuvieran en sus muchas playas.

Así sucede con Dios. Puede estar en todas partes al mismo tiempo, atendiendo las oraciones de todos los que le invocan en el nombre de Cristo, ejecutando los maravillosos milagros que mantienen en sus órbitas las estrellas, las plantas brotando en la tierra y los peces que surcan el mar.

No hay límite para Dios.
No hay límite a su sabiduría.
No hay límite a su poder.
No hay límite a su amor.
No hay límite a su misericordia.

Si tú has estado tratando de limitar a Dios, ¡deja de hacerlo!
No trates de confinarle a Él ni a sus obras a un lugar o esfera determinados.
No tratarías de limitar el mar. No te atreverías a intentar cambiar el curso de la luna o a detener la tierra sobre su eje.
¡Cuán infinitamente más insensato es tratar de limitar al Dios que creó y gobierna todas estas maravillas!

Los que dudan que la Biblia es la verdadera Palabra de Dios, lo dudan porque no quieren atribuir a Dios algo que ellos mismos no pueden hacer.
Si tienes incertidumbre acerca de la inspiración de la Biblia, más adelante trataremos el tema.
Pero de momento, léela.
Ve a través de los ojos de una persona que ha estado mirando fijamente a un charco de lodo toda su vida, y por primera vez contempla el océano.

Puede ser que ahora mismo tú ves por vez primera el poder ilimitado de Dios, que ahora empieces a entender lo que realmente en Dios.
Pues si Dios es Espíritu como Jesús declara que es, no hay problema de providencia, no hay problema de su señorío sobre los hombres, no hay problema de su inspiración a los hombres que escribieron la Biblia.
Todo se ajusta cuando se entiende quién y qué es Dios.

2.  La Biblia le revela como Persona. 

A través de toda la Biblia se dice: “Dios ama”, “Dios dice”, “Dios hace”.
Todo lo que le atribuimos a una persona, es atribuible a Dios.
La persona es alguien que siente, piensa, anhela, desea y posee todas las manifestaciones de personalidad.
Aquí en la tierra limitamos la personalidad al cuerpo.
Nuestra mente finita no puede concebir personalidad que no se manifieste en carne y huesos.
Sabemos que nuestras propias personalidades no siempre están arropadas en los cuerpos que ahora habitamos.
Sabemos que al momento de morir, la personalidad saldrá del cuerpo e irá al destino que le espera.
Lo sabemos, y sin embargo es difícil de aceptarlo.
¡Qué revelación sería, si pudiéramos comprender que la personalidad no tiene que estar identificada con un ser físico!
Dios no está sujeto a un cuerpo, no obstante, es Persona.
El siente, piensa, ama, perdona, se compadece con los problemas y pesares a los que nos enfrentamos.

3. Es un Ser santo y justo. 

Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Dios se revela como un Dios santo.
El es enteramente perfecto y absoluto en cada detalle.
Es tan santo que no puede estar en contacto con el hombre pecador, tan santo que no puede soportar el vivir en pecado.
El es un Dios perfecto y santo.

Si pudiéramos formarnos en la mente el cuadro verdadero de su justicia majestuosa, ¡qué diferencia habría en nuestra manera de vivir como individuos y naciones!
Si pudiéramos percibir como realidad el abismo formidable que separa al injusto de la perfecta justicia de Dios, el mundo se cambiaría de la noche a la mañana.
Las Escrituras le declaran ser la Luz en que no hay ninguna tiniebla, el único Ser Supremo, sin mancha y sin contaminación.

He aquí un concepto difícil para que lo entienda el hombre imperfecto. Nosotros, cuyas faltas y debilidades son evidentes, ni siquiera podemos imaginar la santidad incomprensible de Dios, pero es menester reconocerla para entender y sacar provecho de la Biblia. En la Escrituras, se da énfasis al abismo que separa al hombre imperfecto del Dios perfecto.

Lo vemos en la división del Tabernáculo y el Templo en un Santuario y un Lugar Santísimo.
Se puede entrever la ofrenda requerida, que el pecador tenía que traer si quería acercarse a Dios.
Se subraya mediante un sacerdocio especial que mediaba entre Dios y el pueblo.
Se hizo hincapié a través de las leyes, respecto a la impureza, en el libro del Levítico.
Lo vemos en las muchas fiestas de Israel y en el aislamiento de Israel en Palestina.
La santidad de Dios gobierna todos los demás principios divinos.

Las Escrituras declaran que su trono está establecido sobre la base de su santidad.
Es porque Dios es santo y el hombre impío, que un abismo tan ancho existe entre Él y el pecador impenitente.
La Biblia nos dice que nuestras iniquidades nos han separado de Dios, nos han separado de tal grado que oculta su rostro de nosotros y no nos escucha cuando le invocamos.

Porque Dios es demasiado santo para aprobar la maldad. Es demasiado santo para admitir algún contacto con el pecado. Antes de que el pecado entrara en la raza humana, Dios y el hombre tenían comunión entre sí. Ahora, esa comunión ha terminado y toda comunicación entre Dios y el hombre está perdida, aparte de Jesucristo. Solamente por Jesús puede el hombre restablecer la comunión con Dios.

El hombre en sí es pecador e incapaz de cambiar su posición, y de alcanzar con su lengua pecadora el oído santo de Dios.
Si Dios en su misericordia infinita no hubiera mandado a su Hijo al mundo, para poner un puente para atravesar el abismo, el hombre se hubiera perdido para siempre.
En la santidad de Dios hallamos la razón de la muerte de Cristo.
Su santidad exigió el pago más estricto por el pecado y su amor dio a Jesucristo para pagar ese gran castigo y proveer al hombre de la salvación.
Puesto que el Dios a quien adoramos es un Dios puro, un Dios santo, un Dios honrado y justo, nos envió a su Hijo unigénito para que pudiésemos tener acceso a Él.

Pero si despreciamos la ayuda que El ha ofrecido, si no obedecemos las leyes que El ha promulgado, no podremos invocar su piedad cuando el castigo que merecemos descienda sobre nosotros.
Estas pues, son las cosas en las que podemos tener completa seguridad: Dios es un Espíritu, infinito, eterno e inmutable.
El es una Persona, el Ser más santo.

4. Dios es amor.

Muchas personas que no leen sus Biblias ignoran, como sucede con los otros atributos de Dios, lo que las Escrituras quieren decir cuando afirman que “Dios es amor”.

No siempre estamos bien seguros de lo que queremos decir cuando empleamos el término amor.
Esta palabra ha venido a ser una de las más usadas en el lenguaje.
La usamos para expresar la más baja y la más noble de las relaciones humanas.
No es de maravillar que no tenemos una idea clara de lo que significan las palabras de la Biblia “Dios es amor”.

No te equivoques en pensar que, puesto que Dios es amor, todo va a ser dulce y hermoso y alegre, y nadie será castigado por sus pecados.
La santidad de Dios demanda que todo pecado sea castigado, pero el amor de Dios provee el plan y el camino de redención para el pecador.
El amor de Dios proveyó la cruz de Jesús, por la cual el hombre puede obtener el perdón y la purificación. ¡Fue el amor de Dios el que envió a Jesucristo a la cruz!

Nunca dudes del gran amor de Dios, porque es tan inmutable como su santidad.
No importa cuán negros sean tus pecados, Dios te ama.
Si no fuera por el amor de Dios, ninguno de nosotros tendría esperanza de la vida venidera.
Pero, ¡Dios es amor y su amor por nosotros es eterno!
Las promesas del amor y perdón de Dios son tan claras, verdaderas y positivas como las pueden expresar las palabras humanas.
Pero como nadie puede entender la belleza total del mar, hasta que lo ve, así sucede con el amor de Dios.

Hasta que se acepta y se experimenta, hasta que realmente se posee la verdadera paz con Dios, entonces se pueden describir sus maravillas.
No es algo que se hace con la mente.
Esa mente finita no es capaz de tratar de algo tan grande como el amor de Dios.
Quizá es difícil explicar cómo puede una vaca negra comer pasto verde y luego producir leche blanca, pero tu bebes la leche y con ella te alimentas.
Tu mente no puede razonar los difíciles procesos cuando se desarrolla una semilla pequeña que produce esa planta grandísima con sandías deliciosas, ¡pero tú las comes y las saboreas!
Tu mente no puede explicar la electricidad que tal vez en este momento produce la luz por la cual tú estás leyendo, pero sabes que la hay y que hace posible tu lectura

Tú tienes que recibir a Dios por fe, por fe en su Hijo, el Señor Jesucristo.
Y en cuanto lo haces, no cabe duda, tú no tienes que preguntarte si Dios está en tu corazón o no, simplemente lo sabes.
Siempre que alguien nos pregunta cómo podemos estar seguros de quién y qué es Dios, recordamos el relato del muchachito que remontaba su cometa.
Era un día ideal para remontar las cometas: hacía mucho viento y grandes nubes flotaban en el cielo.
La cometa subió más y más hasta que se ocultó completamente en las nubes.
- “¿Qué estás haciendo?”, preguntó un señor al muchacho.
- “Estoy volando mi cometa”, contestó.
- “¿Ah, sí? ¿Cómo lo sabes si no la puedes ver?”
- “No, puedo verla, pero muy a menudo siento un tironcito, así que estoy seguro que está allí”.

No creas por la palabra de otro que Dios existe. Descúbrelo por ti mismo, y entonces sabrás por medio del maravilloso y amante tironcito en las fibras de tu corazón, que Dios de seguro está allí.

2. ¿Quién es Dios?


Como ya hemos visto anteriormente, en Juan 4:24, “Dios es espíritu; y los que le adoran, es menester que le adoren en espíritu y en verdad”. 

El Espíritu es persona, la persona es espíritu.
Dios no es sencillamente influencia, o mente, o subconsciencia.
Es una persona viviente dotada de conocimiento, sentimiento, voluntad, justicia, amor, y todas las facultades que diferencian a la persona del mundo animal.
Existen diversas clases de espíritus o personas.

Las personas de la deidad (los ángeles), entre los que se encuentran los ángeles buenos y los ángeles malos, Satanás y los demonios, y las personas humanas.
Todas son inmortales y vivirán por toda la eternidad.
Pero sólo los seres humanos están limitados a cuerpos físicos mientras permanecen en la tierra.

Dios se ha revelado a los hombres en diversas formas físicas.
Apareció a Moisés en la zarza que ardía, a Job en un torbellino, a Adán en el aire del día... pero solamente fue cuando el Hijo de Dios fue hecho carne, y habitó entre nosotros, que Dios tomó forma humana y vivió aquí en la tierra.
Por tanto, María no es la madre de Dios, ya que El no tiene principio, sino que fue ella quien concibió el cuerpo en el cual Dios habría de morar.
Satanás y los ángeles también han aparecido en formas visibles en el transcurso de la historia bíblica.
Con todo, los espíritus o personas son realidades invisibles.

3. La naturaleza de Dios


En el pensamiento oriental, el nombre de alguien está relacionado con la definición de la naturaleza de la persona. En el uso más general del vocablo, el nombre de Dios es Su propia revelación. Sus nombres no son de invención humana, sino de origen divino, y señalan el acercamiento de Dios al hombre. Tal y como el apóstol Pablo anheló conocerle, es también nuestro deseo. ¿Qué podemos aprender de la naturaleza de Dios? Busquemos la respuesta en el estudio de sus nombres:

1. Los nombres de Dios en el Antiguo Testamento

EL - El más sencillo nombre para Dios en el Antiguo Testamento, que significa el ser primero, o ser fuerte y poderoso, o ser Señor. Denota que se usa en las palabras compuestas que siguen a continuación.

ELOHIM - El nombre plural de Dios. Sirve para indicar la plenitud de su poder (Génesis 1:1)
EL- ELYON - Quiere decir el Altísimo Génesis 14:18-20
EL- SHADDAY - El Dios todopoderoso
EL- OLAM - El Dios eterno
JEHOVÁ - Según Éxodo 3:14 su nombre es “Yo soy el que soy”. Procede del verbo “ser”, en hebreo “Hayah”, y abarca los tres tiempos gramaticales: pasado, presente y futuro. Siempre se ha considerado que éste es el nombre más sagrado de Dios. La relación de Jehová con Israel queda sintetizada en los nombres relacionados con sus promesas.

Los nombres compuestos describen la naturaleza de Dios en relación a su pueblo:

JEHOVÁ - RAFA - (Éxodo 15:26) Tu sanador
JEHOVÁ - NISI - (Éxodo 17:8-15) Estandarte, bandera
JEHOVÁ - SALOM - (Jueces 6:24) Es paz
JEHOVÁ - RA´AH - (Salmo 23:1) Mi pastor
JEHOVÁ - TSIDKENU - (Jeremías 23:6) Justicia nuestra
JEHOVÁ - JIREH - (Génesis 22:14) El proveerá
JEHOVÁ - SAMA - (Ezequiel 48:34) Está allí
ADONAI - El Señor es gobernador de todo. Tiene poder y dominio. (Éxodo 23:17 e Isaías 10:16-33).

2. Los nombres de Dios en el Nuevo Testamento

TEOS- Es el equivalente griego para EL, ELOHIM y ELYON, y otros nombres antiguo testamentarios. Por ejemplo, Marcos 5:7 y Lucas 1.32.
KURIOS- El sustantivo griego para Adonai, significa poder legal (como gobernador) del Señor.
PADRE- Se usa en los dos testamentos. Si se leen Deuteronomio 32:6 y Salmo 103:13, y se confronta su sentido en el Nuevo Testamento, vemos que es el Creador (1 Corintios 8:6, Efesios 3:14-15)

3. Los atributos y características de Dios

Anteriormente hemos visto algunos de ellos, pero creemos necesario aumentar esa lista a fin de completar tu visión de Él.

1. Dios es ESPÍRITU.
Es el Ser inmaterial, invisible y sin composición. No tiene cuerpo, por lo tanto no está limitado. Ver Juan 4:24, Juan 5:37, Génesis 1:2, Isaías 11:2.

2. Dios es INFINITO Y ETERNO.
Es infinito porque está por encima del tiempo y del espacio.
Siempre ha existido, y siempre existirá.
Es inmenso, llena todo el espacio, y no tiene límites (1 Reyes 8:27, Éxodo 15:18, Hebreos 13:8).
Como dice el salmista en el salmo 90:2: “Antes de que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”.
Dios vive en el presente eterno, no tiene ni principio ni fin, y no necesita calcular el tiempo en años.
Es infinito. La dificultad para nosotros radica en que somos finitos.
Nuestras mentes no pueden entender con profundidad el significado de eternidad.

Nuestro concepto del tiempo está limitado a la historia pasada de la humanidad, es decir, a unos cuatro a seis mil años cuando más.
¿Acaso el hecho de que no podamos entender lo infinito significa que no existe?
La eternidad y la infinidad sobrepasan nuestra comprensión.
Como Pedro decía, “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”.
Está claro que esto no significa que cuando la Biblia habla de un día se deba entender como un año.
La Biblia fue escrita para el hombre, y gran parte de sus referencias en cuanto a medidas de tiempo corresponde a años literales, como los nuestros.
Esto lo veremos con más amplitud en el siguiente apartado.

Dios tiene existencia propia.
Este es otro punto que no podemos entender.
¿Cómo es posible que persona alguna no tenga principio?
¿Cómo es posible que alguien exista siempre y se de vida a sí mismo?
Naturalmente que esto sólo puede ser verdad con respecto al todopoderoso Dios.
El Padre tiene vida en sí mismo.
Dios es el Yo Soy, el ser eterno, de existencia propia.

3. Dios es UNO.
Es numéricamente una unidad, y no es susceptible de división en ningún sentido de la palabra, y su carácter es único. (Ver Deuteronomio 6:4, 1 Crónicas 8:6, 1 Reyes 8.60).

4. Dios es OMNIPOTENTE.
Quiere decir todopoderoso, que tiene todo poder.
Puede hacer todo lo que es consecuente con su carácter. (Ver Génesis 35:11, Job 40:2, Salmo 91:1).
No hay cosa alguna que Dios no pueda hacer.
Pero hay dos cosas que Dios no hace jamás:
No peca y no fuerza la voluntad de los hombres.
Dios nos ha dado libre voluntad para elegir si hemos de amarle y obedecerle, y deja a nuestra cuenta la elección.

Cuando hablamos de la voluntad de Dios, no hemos de olvidar que la misma tiene dos fases.
Está la voluntad primaria o perfecta de Dios, aquello que El desea y para lo cual hizo al hombre: 2 Pedro 3:9
Por otra parte, tenemos la voluntad permisiva de Dios.
Cuando los hombres prefieren resistir la voluntad de Dios y seguir sus propios caminos, encuentran que hay caminos que al hombre parecen derechos, pero su fin son caminos de muerte.

El hecho asombroso es que el Dios que puede hacer cualquier cosa y que nos creó, no fuerza nunca nuestra voluntad.
Nos permite elegir libremente nuestro camino.
Y siendo todopoderoso, nosotros limitamos el poder de Dios con nuestra incredulidad, con nuestra falta de conocimiento.
Pero por otra parte, que gozo es para nosotros saber que tenemos un Dios que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos por la potencia que obra en nosotros.

5. Dios es OMNIPRESENTE.
Esto es que está en todos sitios.
No está limitado por la distancia o por el espacio, está en todas partes.
Pero lo más bonito es que habita en nosotros. (Salmo 139: 7-10, Efesios 1:23)

Dios se encuentra en todas las partes del universo y cerca de cada persona.
Mediante el poder creativo de Dios el mundo se mantiene en movimiento, la vegetación sigue creciendo, y la vida animal y humana continúa.
La omnipresencia de Dios se manifiesta en su poder para hacer que las cosas subsistan.
 ¿Se podrá decir que Dios está en una isla desierta y deshabitada?
Si no estuviera allí con su poder, ¿cómo crecería la hierba, o cómo se mantendría la isla?
Se encuentra en todas partes para que las cosas subsistan, para que la hierba siga creciendo, los insectos vivan y el mar no se salga de sus límites.

No obstante, es posible afirmar que cuando hay un hombre en esa isla, Dios está allí en un sentido especial, para realizar su obra en el corazón de ese ser humano.

6. Dios es OMNISCIENTE.
Quiere decir que todo lo sabe, que su conocimiento es absoluto y perfecto. (Mateo 6:8, 1 Juan 3:20, Lucas 16:15, Salmo 139:4)

Para quienes amamos a Dios es consolador en gran manera saber que él conoce el pasado, el presente y el futuro, y que todas las cosas están en su mano. ¡Nos conoce hasta en los menores detalles!
He aquí la maravilla de todo esto: un Dios todopoderoso que hizo cuanto existe y que puede hacerlo todo, y que sin embargo se preocupa de nosotros hasta el punto de que se ocupa de cada una de nuestras necesidades y temores.
¿Se ocupa Dios de nosotros cuando estamos enfermos o afligidos? ¡Claro que sí!

Pero para quienes se olvidan de Dios esta verdad es aterradora.
El saber que Dios conoce todo pensamiento y todo acto, y que no podemos escondernos de él, es suficiente para hacer temblar a todo aquel que tiene conciencia de sus actos.
Las excusas no tienen valor ante un Dios que lo sabe todo.
Si la gente tuviera más consciencia de esto, tendría más cuidado de no excusarse cuando realiza alguna obra mala.

7. Dios es SABIO.
Dios hace todo bien a su debido tiempo.
Es la aplicación perfecta de su conocimiento, que se ve en Su providencia. Ver Romanos 16:27, 11:33, Salmo 104:24.

8. Dios es SOBERANO.
Tiene absoluto derecho de gobernar.
Este atributo está implicado por el nombre de Jehová. Ver Judas 4, 1 Timoteo 6:15, Deuteronomio 4:35, Mateo 20:15.

9. Dios es SANTO.
Significa su absoluta pureza moral. Este atributo establece y preserva la diferencia entre Dios y sus criaturas. Sólo Dios es santo en sí mismo. Ver Éxodo 15:11, Isaías 6:3, 1 Pedro 1:16.

Indudablemente, se debe a que la gente no se da cuenta cabal de esta santidad de Dios el que exista tanto descuido y se tenga una idea tan liviana de Dios.
Y sin embargo, el tema de la santidad de Dios es un tema importantísimo.
Parece haber una creciente indiferencia hacia ello, y la gente piensa que porque Dios es un Dios de amor no sabe la diferencia entre el bien y el mal. ¡Qué lejos está esto de la realidad!
Necesitamos darnos cuenta plenamente de la santidad de Dios para convencernos de nuestros actos.

Pero Dios no es sólo santo él mismo, sino que excluye el pecado de su presencia, de manera que ni un solo “pecadillo”, como por ejemplo el de la mentira, es suficiente para excluir a la persona de la presencia de Dios.
Por ejemplo, Satanás fue echado del cielo cuando se descubrió su carácter de su corazón.
Incluso cuando Cristo fue colgado en la cruz como portador del pecado del hombre, Dios Padre debió esconder su rostro de su propio Hijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

10. Dios es JUSTO.
Se relaciona estrechamente con la santidad. Es la santidad en acción.
Dios actúa rectamente, la justicia es su norma de conducta. Ver Génesis 18:25, Esdras 9:15, 2 Timoteo 4.8, 1 Juan 2:29.

La justicia de Dios no es ciega, sino que su santidad exige la pena de muerte.
Siendo que Dios conoce todas las cosas, su juicio es justo.
Pero Dios no puede pasar por alto jamás la separación del hombre por sus actos.
Algún día Cristo se constituirá en juez, porque él murió por los pecados del hombre, y será quien juzgue a los que rechazan su salvación.
¡Pero sería terrible si las características de Dios terminasen aquí! Gracias a Él, no es así.

11. Dios es FIEL.
Podemos confiar plenamente en sus palabras que siempre se cumplirán.
Ver 1 Tesalonicenses 5:24, Salmo 19:7, 2 Corintios 1:18, Apocalipsis 19.11.

Nuestra salvación no depende de nuestros sentimientos o nuestras obras, sino de la fidelidad y el poder de Dios para guardarnos.
El promete vida eterna a quienes lo reciben, y no puede mentir.
Tenemos vida eterna y no pereceremos jamás. Esa es su promesa.
Lo aceptamos como nuestro Salvador, y luego el cumple su parte.
Nuestra parte es la de recibirle, la suya la de salvarnos.

Con frecuencia, con respecto a la experiencia de la conversión a Dios, es fácil prestar ayuda a quienes buscan sinceramente, y mostrarles que nos salvamos gracias al Salvador y no según como nos sintamos después.
Todos somos diferentes, y cada uno es como es.
Algunos gritan y se exaltan en un partido de fútbol, mientras otros permanecen quietos y callados, pero todos disfrutan del espectáculo.
Tienen caracteres diferentes, nada más.

Son muchas las personas que andan en busca de sensaciones o de una transformación emocional cuando buscan la señal de la salvación.
Pero la señal verdadera es un deseo de agradar a Dios y odiar el pecado.
Sí, indudablemente que el gozo, la paz y la certidumbre colman la vida del cristiano.
Pero esa no constituye la señal de nuestra salvación.
Nuestra prueba es la de que Dios guardará su Palabra.
Somos salvos por la fe en un Dios fiel.

12. Dios es MISERICORDIOSO.
La bondad de Dios es ejercitada para aliviar las desgracias y aflicciones de Sus criaturas.
Su misericordia se convierte en fundamento de esperanza. Ver Jeremías 3:12, Tito 3:5, Lamentaciones 3:22, Daniel 9:9, Salmo 103, Salmo 136.

13. Dios es INMUTABLE.
Esto quiere decir que no cambia.
La actitud de Dios hacia la justicia y el pecado es invariable.
Jamás cambia de parecer, porque lo conoce todo de principio a fin.
Quizás alguno se pregunte: “Si esto es así, ¿por qué modificó su palabra en cuanto a Nínive? Con razón no quiso Jonás predicarles, si sabía que existía la posibilidad de que Dios no cumpliera el juicio que Jonás estaba encargado de predicar con respecto a ella”.

No nos olvidemos que Dios modificó su juicio sobre Nínive porque Nínive modificó su acción.
Dios cambió su manera de tratar al pueblo en la medida en que ellos cambiaron su manera de vivir.
Dios siempre castiga el pecado, pero cuando los hombres se arrepienten y cambian su manera de obrar, Dios los bendice en lugar de castigarlos.

14. Dios es BUENO.
El es la fuente de todo bien.
El benévolo interés de Dios se revela en Su cuidado por el bien de Sus criaturas. Ver Salmo 25.8, Salmo 34:8, Lamentaciones 3:25, Lucas 18:19, Mateo 5:45.

15. Dios es AMOR.
Por esta razón Dios desea mantener una relación personal con nosotros.
Es su profunda preocupación por el bien del hombre. Ver 1 Juan 4:8, Romanos 8:39, Efesios 2:4, 1 Juan 3:1.

Si bien es cierto que la santidad de Dios aparta al hombre de su presencia, y si bien su justicia exige la pena de muerte, el amor de Dios ha provisto un medio de salvación para eliminar el pecado.
Este medio es una persona, DIOS MISMO.
Cristo murió por nuestros pecados.
Dios aborrece el pecado, pero ama a los pecadores.

El amor de Dios está derramado sobre un mundo culpable mediante la sangre de Jesucristo, que fue vertida en el Calvario por nuestro pecado. Su sacrificio es suficiente para todo el mundo, pero eficaz sólo para quienes lo reciben como su Salvador personal.

Sin embargo, hay que denotar lo siguiente: la salvación prevista y ofrecida en la muerte de Cristo es únicamente para quienes la reciben.
Todas las promesas de salvación giran sobre estas palabras: “el que cree” (recibe).
Nuestra parte consiste en aceptar o recibir al Salvador, y Dios es quien salva de la pena.
Analicemos el versículo más conocido de la Biblia (Juan 3:16).
Tiene cinco partes. Veamos cuáles corresponden a nosotros, y cuáles a Dios.

LA PARTE DE DIOS NUESTRA PARTE

Porque de tal manera amó Dios al mundo......
que ha dado a su Hijo Unigénito...
para que todo aquel que en él crea
(recibe a Cristo como su Salvador)
No se pierda......
mas tenga vida eterna.....

Cuatro partes son de Dios, y una sola la nuestra.
Pero, si bien Dios ya ha cumplido su parte, amándonos y proveyéndonos un Salvador para nosotros, no puede cumplir lo que resta mientras no hagamos nosotros nuestra parte.
La única parte que nos toca es la de recibir al Hijo.

Es como una partida de damas.
Dios no puede hacer otro movimiento hasta que no lo hagamos nosotros.
De manera que nuestra libertad de elección paraliza el poder de Dios para salvarnos.
Si nos perdemos, será porque hemos rechazado el camino de salvación propuesto por Dios.

Son muchos los que piensan que siendo Dios un Dios de amor, es imposible que mande alguno al infierno (ya veremos esto más adelante).
Sí, efectivamente Dios es un Dios de amor, pero también es un Dios de santidad y de justicia, y ninguna de sus cualidades es más importante que otra.
Quienes hacen caso omiso del camino de Dios y pisotean al Hijo, posiblemente merezcan la separación eterna de Dios.

4. Dios es un Dios Trino (La Trinidad)


Por definición, la palabra “trinidad”, no solo indica la cantidad de tres, sino que también implica la unidad de los tres.
Cuando hablamos de la trinidad de Dios, nos referimos a una trinidad de la unidad y a una unidad que es trina.

La palabra “trinidad” no aparece en las escrituras.
Esto es algo que las sectas aprovechan para negar esta doctrina cristiana.
Pero baste con decirles que tampoco la palabra “abuelo” aparece en ellas, pero éstas están repletas de abuelos.
Además, el significado de “tres en uno” se desprende con toda claridad.
Comenzando con el primer versículo de la Biblia, la lengua hebrea dice:

“En el principio Dios (Elohim, que indica tres personas) creó (singular) los cielos y la tierra”.
Luego, un poco más adelante dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. ¿Podría referirse a los ángeles con este término plural?
No, ya que el versículo siguiente lo contesta: “Y creó Dios el hombre a su imagen”.

Las tres personas son iguales en gloria, poder y características. Tienen los mismos atributos exclusivos de Dios, y su nombre nunca aparece colocado junto al de hombre alguno. En el bautismo de Jesús encontramos a las personas de la trinidad representadas a la vez. Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió en forma de paloma, y el Padre habló desde el cielo.

Ahora Bien, ¿qué se entiende cuando se dice que Cristo es el “Hijo de Dios”?
¿Significa esto que Cristo ha sido creado por Dios Padre? No.
Cristo es el Hijo eterno.
El que sea Hijo de Dios se refiere a su relación y no a su origen.
Cristo jamás fue creado por Dios Padre, porque él mismo es Dios.
Lee los siguientes versículos en los cuales se llama a Cristo Dios: 1 Timoteo 3:15, Juan 1:3-14, Romanos 9.5, 1 Juan 5:20 1 Timoteo 3:16, Mateo 1:23.....

Cristo se hizo físicamente el “Unigénito del Padre” al nacer como hombre, y es llamado también el “primogénito de los muertos”, por cuanto se levantó de entre los muertos.
El Jehová del Antiguo Testamento es el Señor del Nuevo Testamento, y se refieren ambos al SEÑOR Dios y al SEÑOR Jesucristo.

Dios es uno en esencia y uno en deidad, pero en tres personas.
¿Cómo puede entonces hablarse de estas tres personas?
La palabra hebrea que en este caso se traduce uno tiene sentido plural.
Tiene el mismo alcance que cuando Dios dice que marido y mujer serán una misma carne.
Es una unidad compuesta, de la misma manera en que hablamos de una familia que está compuesta por varios miembros, o un rebaño, o una multitud.

En la naturaleza hay muchas trinidades. El hombre está formado por cuerpo, alma y espíritu.
La electricidad tiene luz, sensación y calor.
Un triángulo equilátero tiene tres ángulos y tres lados iguales.
Pero ninguna ilustra adecuadamente la trinidad, porque Dios Padre no es una parte de Dios, ni es Hijo ni el Espíritu Santo son partes de Dios.
Cada cual es plenamente Dios.

Podríamos valernos de la ilustración de la fórmula química del agua, H2O.
Dos partes de hidrógeno y una parte de oxígeno en estado líquido se llaman agua.
Cuando se las calienta, se produce vapor, y cuando se las enfría constituyen hielo.
En los tres estados la fórmula química es la misma, pero se manifiesta en formas diferentes.
Dios es esencialmente uno, pero en tres Personas.

Nuevamente nos valemos de una ilustración: la humanidad.
Supongamos que la raza humana estuviera compuesta por sólo tres personas.
Las tres constituirían la humanidad, pero en tres personas.
Comparemos la humanidad con la deidad.
La deidad es una sola, pero en tres personas.
Las tres son Dios, pero cada cual tiene su propia función y misión.

Se puede decir que es imposible entender esta verdad acerca del trino Dios.
La verdad es que aún en la naturaleza hay muchas cosas que no podemos entender.
Pero ello no impide que las creamos, porque hemos comprobado que realmente son así.
Así nos ha sucedido a nosotros, que aún sin entenderlo plenamente, hemos comprobado y experimentado la existencia de Dios Padre, el amor de Dios Hijo y el poder del Espíritu Santo.
Y deseamos que tú así lo sientas en el corazón, que es donde los tres anhelan vivir.

Jerónimo Perles Moreno



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